Un café con leche, por favor
Hitchcock dijo una vez que nunca más trataría en el cine con niños ni animales. Quizás tras el otro día, Zapatero hizo una reflexión parecida y tomó nota de que intervenir en un programa respondiendo a una serie de preguntas formuladas por un conjunto de personas de "la calle" no sea una experiencia a repetir.
Aunque no tuve oportunidad de verlo nada más que un rato (el tiempo es un preciado y escaso bien), la verdad es que el formato del programa Tengo una pregunta para usted es innovador o por lo menos trata de acercar la política a un nivel más entendible y popular (cosa que tiene su "miga"). La idea es simple: reunir a un conjunto de ciudadanos de varios ámbitos para que éstos pregunten lo que les venga en gana al querido invitado.
Resulta curioso cómo está diseñado el plató, con una estructura similar al Congreso; pero en esta ocasión con el público haciendo de diputados y el presentador, Lorenzo Milá, de moderador. Y en el centro del ruedo, y sin ningún atril ni asiento, el político intentando esquivar las embestidas que le llegan. Vamos, que está bien montado para acojonar al mandatario y hacerle sentir que está solo ante el peligro y en pelotas.
El toma y daca entre gobierno-pueblo transcurría con normalidad en los típicos y ya muy trillados temas de discusión (caso de Juana, Ley del Suelo bla bla bla) hasta que apareció un trabajador de construcción el cual hizo referencia a la subida de precios de los últimos tiempos.
- "¿Cuánto vale un café en la calle?, ¿sabe usted contestarme?", pregunta el atacante.
- "Sí, ochenta céntimos, aproximadamente", responde acojonado el presi.
- "...eso era en los tiempos del abuelo Patxi...", concluye el figura.
Hora y media de discurso y palabrería resumida en una única cita, la más ridícula. Poco ha faltado para que la contestación entre en el selecto grupo de esas frases que tienen pinta de permanecer en el recuerdo a lo largo del tiempo. De hecho, las bromas en el ámbito social y el mundo de la política no han tardado en llegar (por ejemplo, la rebaja de un bar malagueño de sus cafés a los susodichos 80 céntimos ó la contestación del amiguete Rajoy declarando que el paga hasta 2 euros).
Dejando de lado de si ZP conoce cuál es la realidad a ras de calle o no (a su favor hay que decir que los cafelitos en