Pasión de multitudes
No es que uno sea muy devoto, pero soy de los que opina que hay mucha razón en eso de definir el fútbol como una religión. Y es que, más allá de ser sólo un deporte, el fútbol se convirtió hace tiempo en lo que algún político declaró como "interés general de Estado".
El pasado domingo en San Mamés se vivió una de esos partidos calificados como "grandes finales". Tarde de verano, tarde de sufrimiento y angustia, tarde de transistores, tarde de nervios, tarde de desfibriladores, tarde de 109 años de historia; en definitiva, una tarde de fútbol. Consecuencias de ser aficionado del Athletic; más aún habiendo sido la temporada un auténtico vía crucis (siguiendo con "términos divinos").
El pitido final resultó un bálsamo y alivio para las 40.000 gargantas que asistieron al campo y demás aficionados. Permanencia conseguida. Es hora de respirar tras un año nefasto y agónico; ahora tocan 2 meses de relax hasta el comienzo de una nueva Liga. ¿Quién dijo que el deporte era bueno para la salud?
En el horizonte, unas elecciones el 12 de julio que se presentan como vibrantes y determinantes en el futuro del club. Veremos si hay cambios o se mantiene ese continuismo y pasividad de los últimos tiempos.
Ya lo dice el genio Andrés Montes: "Fútbol, pasión de multitudes".