Tardes de fútbol
Vuelve el fútbol... ¿O es que acaso, alguna vez realmente se fue? Pretemporadas, trofeos veraniegos de segunda línea... Sea como sea, el fin de la época estival devuelve a toda persona a su rutina particular y marca el inicio de la ya conocida como Liga de las Estrellas.
Pero dejando de lado el aspecto deportivo, el fútbol es mucho más. Una forma de vida, una pasión... pero sobre todo, y lo más importante, una manera de acelerar los aburridos domingos. Un fin de semana sin la pelotita es un fin de semana incompleto; vacío.
Si el clima y ambiente que se vive en el estadio es difícil de describir, todo aquello que rodea a las retransmisiones desde la barra de un bar no se queda, ni mucho menos, atrás. Quizás peculiar sea la palabra que mejor lo defina. Sobre todo si la media de edad se sitúa en los 60 años. Y si el índice de alcohol en sangre supera el 0'5 g/l, pues todavía más. En alguna ocasión oí que los bares son los lugares donde habitan los seres más increíbles e insospechados. Razón no faltaba al que lo dijo...
Desde el primer minuto comienza un espéctaculo paralelo al propio partido. La atención se divide a partes iguales entre el televisor y los clientes. Las camareras, cuyo trabajo se mezcla con ciertas habilidades sociales y psicológicas, despachan alcohol mientras el interior del bar se va nutriendo de una serie de variados y pintorescos personajes. El humo del tabaco se mezcla con todo tipo de comentarios y actitudes surrealistas, gritos, vociferaciones. De vez en cuando incluso hay fútbol. De hecho a veces pienso que el fútbol sólo es una excusa para poder asistir a todo este entramado. Qué más da... con tal de compartir conversación, risas y alguna cerveza entre colegas.
Vuelve la locura, las polémicas y la cortina de humo frente a las cuestiones realmente importantes... vuelve la Liga. Vuelven las tardes de fútbol.