Los Reyes Magos existen

Uno abre el periódico y se encuentra con una de esas noticias teñidas por las fiestas navideñas. El titular, "Los Reyes Magos existen". Curioso. El encabezado continúa: "Psicólogos y educadores defienden la conveniencia de transmitir a los niños la creencia en sus majestades de Oriente porque alienta sus esperanzas y les prepara para su frustación". Algo así como ir preparando al niño a lo que será su vida (¡un poco hijos de puta sí que son esos educadores!)


Y es que los compañeros de colegio ya lo advertían desde hace algún tiempo con aquella mítica frase hecha de "los Reyes son los padres". Toda una vida creyendo en algo y ahora se descubre que en verdad es una farsa. Es momento de reflexión: si toda la historia esa era mentira, ¿qué hay de cierto en todo lo demás? A partir de ahí el 6 de enero pierde gran parte de su encanto; por suerte la otra parte todavía se conserva gracias a los regalos.

Siguiendo con la vista atrás y con algunas primaveras más, uno no sabe a ciencia cierta de dónde surge esa confianza absoluta en Melchor, Gaspar y Baltasar que uno tiene cuando es más pequeño. ¿Acaso alguien los vió alguna vez? ¿Cómo es posible que haya miles de clones de ellos repartidos por todos los sitios ó por que el Baltasar de esa tienda ni siquiera es negro? ¿Y cómo coño son capaces de viajar por todo el mundo cargados con todos los regalos a velocidad de camello?

Supongo que es la ilusión y la fe que uno tiene en algo lo que le hace ignorar todo lo demás a pesar de que existan mil argumentos que digan lo contrario. No hace falta ser niño para ello, basta con creer en, por ejemplo, extraterrestres, dioses y religiones o simplemente en políticos.

La clave: intentar no perder ilusión.